Aunque de gran perdurabilidad y poder, la creencia general en la existencia personal, es sólo eso, una creencia con enorme repercusiones, pero sin mayor sustancia. La persona —lo que cada organismo humano piensa y siente sobre si mismo, otros, y el mundo— aparece en función de una conglomeración particular de imagenes e ideas centralizadas en, y articuladas por, un ente central (el yo) que se mantiene constante a través del tiempo. Algunas de las caracteristicas particulares de la persona pueden ganar o perder estima en el ambito social y/o en su fuero interno y, por esta razon, cambiar o ser sustituidas por otras. Sin embargo, solo la muerte acaba con la presencia constante del yo como centro personal de la conciencia humana (tal y como hemos dado en concebir esta sutil y compleja realidad). Cabe destacar que el miedo a la muerte ha creado multiples creencias religiosas de las cuales aun se sirve una gran mayoría de seres humanos para imaginar que ni siquiera la muerte interrumpe su continuidad sicologica, como si yo no fuese parte integral del pensamiento, y como si el pensamiento no fuese una funcion más del organismo y por lo tanto sujeto a la temporalidad de este ultimo.
En el contexto social, lo usual es que “otros” entes sicologicos sean reconocidos como tal por estar encarnados en cuerpos diferentes y por desplegar atributos, intereses y conductas basadas en un condicionamiento experiencial y cultural distinto al “mio.” Esta separacion sicologica predispone a una gran mayoria de estos “otros” a comportarse hacia “mi” con diferentes grados de indiferencia, temor u odio, y que yo” haga lo propio con ellos. La identidad personal, y el ailamiento sicológica y cultural que esta impone, determinan a su vez la fragmentacion general de la especie y el carácter e intensidad del desasosiego y el sufrimiento que afligen al ser humano, individual y colectivamente.
“Si tu no me quieres o ni siquiera notas mi presencia, es porque te sientes muy diferente a mi, y esto justifica el que yo piense y sienta lo mismo respecto a tu persona y el que te trate en la forma que te mereces por no ser como soy yo. Es decir, por ser fisicamente distinto (aunque sea muy superficialmente)y, especialmente, por no pensar, sentir y actuar como yo.”
El yo conciente de sí mismo es fruto de un desdoblamiento mental que lo externaliza como una presencia existencial unica y que simultaneamente lo establece como dueño y gerente de una fabrica de deseos que opera sobre un deposito privado de memorias. Esta presunción de existencia propia es, por supuesto, falsa, y por varias razones. Primero, porque es inseparable de los aspectos mas densos del organismo fisico (en especial, el cerebro) y de la mentalidad que gobierna a la especie en general. Y, segundo, porque sólo se da en el espacio siquico de cada organismo, y en comparación subjetiva con “otros” que tambien se creen seres aparte y especiales debido a la misma identificación, solo que con reservorios mentales ligeramente diferentes. Siendo falsa, esta mera sensacion de existencia personal, urdida en base a la acumulacion privada de recuerdos y conocimientos y a la asociacion familiar con unos y la antagonica dis-asociacion de otros, es una fuente sin fondo de conflicto (mental, interpersonal e intergrupal) y del sufrimiento que todo conflicto conlleva.
Un aspecto fundamental del fenómeno general de aislamiento personal —y la fuerza que lo sostiene a través del tiempo cronologico— es la proyeccion que hacemos de nosotros mismos a un futuro imaginario. La imagen del yo, siempre aislada de su propio pensamiento, de otros, y de todo lo demás —y, por ende, siempre insuficiente, incierta e insegura— se ve obligada a proyectar al futuro idealizaciónes de si misma que son practicamente invisibles a la gran mayoría de personas circundantes, y que aun los seres mas cercanos y mas amados bien pueden desdeñar o hasta oponer. Esta proyección fantasiosa bien puede asegurar la continuidad temporal de la imagen que uno se ha construido de si mismo, pero es incapaz de brindar la certidumbre de que lo que se codicia se convertira en realidad. Esto, por la simple razón de que billones de individuos ambicionan, simultaneamente y para sí mismos y los suyos, formas particulares y frecuentemente contradictorias de los mismos objetivos de estabilidad, éxito, prosperidad, salud, estatus, amor, placer, felicidad, y paz.
Tenemos pues, por un lado, la competencia implacable o el antagonismo abierto entre las identidades, fantasias y ambiciones proyectadas por personas diferentes y, por el otro, la contradicción inherente entre el ente sicológico actual (aislado por el conocimiento y el deseo propios, y por ende permanentemente acosado por sentimientos de vulnerabilidad) y la proyección idealizada de si mismo. Juntos, estos factores generan un estado permanente de conflicto intra-siquico e inter-personal y una realidad general que es un revoltijo de placeres y penas. Largas e inutiles obligaciones, frustraciones y penas, curiosamente mezcladas con ternuras, amores y buenas obras que nunca son permanentes o suficientes.
Somos billones de organismos mostrando, en lo mas profundo del ser que compartirmos, una extraordinaria similitud física, mental y social y una enorme y comun dependiencia de la vida y la relación entre nososotros. Y, sin embargo, el aislamiento mental con el que el yo en cada organismo se re-crea y proyecta a cada instante no deja de ofuscar todo lo que nos une.
El recinto mental privado de cada uno esta compuesto por dos elementos fundamentales: la memoria donde se acumula el rastro de experiencias particulares de placer y dolor, y la proyección al futuro (a través del deseo y el miedo) de imágenes de uno mismo disfrutando de mayor placer y sufriendo de menor dolor en comparacion con los ya previamente experimentados y registrados en la memoria. Es evidente que nadie teme o desea lo que desconoce. Es bastante claro también que todos vivimos en la tensa realidad mental y social creada por la contradicción entre lo que somos a cada instante, y el presuntamente mayor bienestar mental, social, económico y espiritual que podamos proyectar al futuro. Casi nadie logra realizar todo lo que ambiciona, o evitar todo lo que odia o teme, y es así como el sufrimiento nunca se supera. Y lo que es aun peor, las memorias, y los deseos, miedos, y esfuerzos que mediatizan las relaciones entre billones de seres humanos, renuevan a cada instante el caos de una humanidad profundamente dividida, en constante conflicto consigo misma y en guerra con su medio ambiente.
Esta apreciación de nuestras situación puede parecer demasiado negativa y dura, pero quien pueda creer en la primacía de la cordura, la inteligencia, y la ternura en las relaciones humanas, y quiere defender su creencia, debe explicar como es que después de miles de años de “progreso” aun prima la división y el antagonismo ideologico (secular y religioso) y la desigualdad economica y social que nos mantienen armados hasta los dientes (mental y militarmente), rutinariamente capaces de las crueldades mas grandes, y motivados por una codicia con la que nos estamos cavando nuestra propia fosa, tal es nuestra vejacion del equilibrio ecológico del planeta.
Nuestra situación es francamente desesperada, admitámoslo de una vez por todas. Acosados abierta o encubiertamente por la enfermedad mental, las mala relación interpersonales, crecientes desigualdad económicas y sociales, interminables conflictos de toda indole entre grupos y países, y crecientes crisis ambientales, nuestra única respuesta sigue siendo la de siempre. Seguir haciendo todo lo que sea necesario para salvaguardar los recuerdos, hábitos y fantasias con los que cada persona se conoce y da a conocer dentro de grupos de referencia cuya exclusividad auspicia nuestra identidad y, con ello, la crónica atomizacion social y corrupción mental de la especie en general.
Cuanto mas graves se hacen nuestros problemas personales, locales, regionales y globales, mas energía y tiempo dedicamos a ahondar nuestras trincheras mentales y a seguir levantando las murallas y y reforzando las fronteras que guardan nuestra respectivas querencias, y fomentan nuestras necesarias vendettas, familiares, tribales y culturales. ¿Por que seguir haciendonos los tontos? La division, el desorden y la violencia que vemos en el mundo son tan solo la manifestacion global de nuestro propio aislamiento personal con su concebido egoismo y agresión.
Hechemosle otra mirada a todo esto. La experiencia personal de la vida ha condicionado nuestros cerebros/mentes a tal grado que, aun cuando las consecuencias de nuestra insensatez se hacen mas y mas dificiles de ignorar, no atinamos a hacer otra cosa que no sea defender e intentar ampliar lo que consideramos esencial solo por sernos mas familiar. De esta manera sigue fluyendo la historia particular del pasado, el presente, y el futuro a lo largo de la cual flota la burbuja existencial del yo sustentada por el imperativo de defender su identidad y realizar sus ambiciones con las ideas menos adecuadas y con acciones cada vez mas destructivas.
Nuestra segmentacion permanente y la enorme incidencia del conflicto y el sufrimiento que compartimos sin verlo a cabalidad, hacen evidente la locura cronica y colectiva de la humanidad. Sin embargo la sensitividad y la cordura no parece interesarnos. Nos hemos habituados de tal manera a todo lo que nos separa, antagoniza, hiere, desensibiliza y distrae, que en nuestros encuentros ocasionales casi no hay lugar y tolerancia para el dialogo serio y prolongado sobre la ansiedad y el dolor que sentimos y ocasionamos. Estamos tan aterrados de dejar de ser quienes pensamos que somos, que nos ocupamos preferencialmente en formar alianzas y establecer convenios para no tomar conciencia plena del aislamiento existencial y el provincialismo cultural que sigue desperdiciando nuestra energia y mermando la poca capacidad afectiva e inteligencia natural que nos quedan. Perdidos en habitos personales y satisfechos con esteriles roles tradicionales, le seguimos dando la espalda a la realidad planetaria y cosmica que le es comun a la especie entera. Miles de años de presunta civilización y progreso nos han traido a este momento historico en el que parecemos dispuestos a poner en juego la supervivencia misma de la especie, con tal de seguir manteniendo la misma miopia egoista, provinciali, sectaria que nos han caracterizado siempre y guiado hasta aqui. La inercia de de un condicionamiento mental milenario sigue ejerciendo un poder extraordinario en nosotros, dociles vehiculos de su nefasta proyección al futuro.
Todo parece servir la conviccion general de que la unica opcion real del individuo radica en mantener a cualquier costo la rigidez y estrechez mental que define es somos y como se relaciona con otros y el mundo entero. En semejante ambiente mental y social, la posibilidad de dejarlo todo de lado para poder buscar una forma radicalmente distinta de estar y actuar en el mundo, aparece como algo extraño y peligroso, una traicion a todo lo que vale la pena, y hasta quizas una invitacion a la locura o la muerte. Aunque lo conocido no nos depara mas que una condena a vivir a perpetuidad en una prisión sico-social con visitas ocasiones a la sala de tortura, nuestro terror mas grande sigue siendo a lo que esta mas alla de lo tradicional y convencional, el cuco de lo inconocible, el misterio impersonal de la vida y la muerte.
Lo unico realmente bueno es que, bien vista, la naturaleza misma de la sinrazon que nos limita y aflige, establece que la única posibilidad de cordura reside en una percepcion lucida y total (y por lo tanto, impersonal) de cómo la artificialidad de nuestra separacion disminuye y corrompe nuestra relacion con otros y nos ciega a nuestra fuente comun en la vida. La falsedad del pensamiento que crea y sostiene al yo es tan hermética y la inseguridad y ambicion que proyecta tan insistentes, que es incapaz de verse en el espejo que le ofrece la realidad mental y social que es su propia creación. Y claro esta, la enfermedad que se ignora es la que jamas se cura. Sin embargo, y este es el punto central de todo este argumento, un solo instante de claridad no mediatizada por la memoria y el deseo personales que degradan la percepción y corrompen el intelecto, es capaz de aniquilar, en la mente/cerebro abierto a esta iluminación, el patrón mental responsable por la fragmentacion y el antagonismo crónico de la humanidad.
En otras palabras, la única solución real al desorden sicológico y social en el que hemos vivido siempre, está simplemente en la revelación de su causa en la acumulación de imágenes, ideas, temores y deseos que crea, en cada organismo humano, la noción de “mi vida” —el simulacro de una existencia sicologica separada de la vida en general. Sin embargo esta visión es aun poco comun porque requiere la concentración de toda la energia del organismo en la quimera del ser propio. Cuando se hace evidente que lo que nos ha traido a la terrible coyuntura en la que vivimos es la insensibilidad, la confusión y desamor del yo, este no puede proseguir su camino habitual, y es precisamente cuando ya no cabe proyección personal alguna, que el impostor deja de existir sin pena ni esfuerzo.
¿Qué puede haber de nocivo en una mente en la que no hay mas lugar y tiempo para los aspectos nocivos que acarrea la tipica memoria biografica y cultural del organismo? Es decir, una mente en la cual el recuerdo de la experiencia previa (fisica y sicologica) ha perdido su poder y que es, por ello, capaz de pensar, sentir y actuar libre de la predeterminación tradicionalmente ejercida por una multitud de condiciones fisicas y culturales. A saber, el genero sexual, la raza, la etnia, la edad, la familia y el clan, la religión, la nacionalidad, la politica, la clase socio-economica, la formacion educacional y el desempeño ocupacional, la economia, los medios sociales de comunicación, etc.
Una reacción horrorizada a la mera presentación de esta posibilidad, es tipica de una mente aun totalmente condicionada y ensimismada por la experiencia que determina su sensación de existir como un ente personal particular viviendo circumstancias tambien particulares en un medio cultural determinado. Y, claro, semejante reacción bloquea la posibilidad de simplemente abrir el espacio y tomar todo el tiempo que puedan ser necesarios para ver, independientemente y con la mayor atencion, lo que la interpretación tradicional de nuestro lugar en la vida ha hecho de nosotros y nuestra experiencia cotidiana.
Por el contrario, si la reacción a la posibilidad indicada en una de curiosidad e interes, es porque la mente esta listo a abrirse inocentemente a cualquiera que sean las consecuencias de very vivir la vida tal y como es, es decir, libre de las restricciones y taras que el pensamiento centrado en el yo y el nosotros impone. Se trata, pues, de dejar de estar mecanica y eternamente ocupado en utilizar el presente (el unico punto de concto real con la vida del que disponemos, como un mero puente sobre el cual transitar, desde la pobre experiencia ya conocida, a la experiencia futura que este mismo conocimiento pueda imaginar.
¿Porqué seguir siendo esclavo prisionero del falsa sentido de exclusividad e importancia creado por multiples y contradictorias formas de respectabilidad social y religiosa?
¿Por que seguir esforzandose por crear versiones ligeramente distintas de la misma experiencia previa, si esto implica seguir sufriendo de la ansiedad y el conflicto que todo devenir premeditado trae consigo?